La Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales U.D.C.A y la Universidad de La Sabana unidas por la salud y el ambiente
La literatura señala que la producción histórica total de plástico hasta el 2015 fue de 7.800 millones de toneladas, y que el 55% de los residuos plásticos globales fueron desechados ese año, lo que equivale a más de una tonelada de plástico por persona en el mundo. También señala que el 42% del plástico utilizado en el mundo se destina al empaquetado de alimentos y productos manufactureros, es decir, que son plásticos de un solo uso, que 8 millones de toneladas de residuos plásticos acaban en los océanos cada año, y que el plástico es un material que tarda entre 450 y 1.000 años en descomponerse. Además, cuando este material se ha desechado, comienza un proceso de degradación que se da por microrganismos, la exposición a la radicación UV y la temperatura, y que genera cada vez piezas más pequeñas que la original, las cuales se han clasificado como mesoplásticos, microplásticos y nanoplásticos. Esta situación impone riesgos específicos para la salud humana, debido tanto a la exposición a las partículas del plástico en sí, como a sustancias químicas asociadas al mismo.
Es por esta problemática que las dos universidades lanzaron un reto a estudiantes de enfermería, fisioterapia y ciencias ambientales, con el acompañamiento de estudiantes y profesores del programa de Maestría en Gerencia y Gestión Integral de Residuos Sólidos de la U.D.C.A. Los 4 grupos participantes se reunieron en el Living Lab de la Universidad de la Sabana para responder a la pregunta ¿Cómo promover el cambio de actitud en las comunidades escolares frente al manejo de los residuos plásticos para reducir el impacto de estos en la salud humana?
Todos los grupos coincidieron en que el cambio de actitud debe venir de los padres y del personal de los colegios ya que de ellos depende la formación de los pequeños en los colegios. Para ello se propuso la conformación de redes de trabajo colaborativo, el desarrollo de plastiolimpiadas, la promoción de loncheras azules, posibilidades de emprendimientos y muchas otras formas de promover el cambio en los adultos, cambio que debe repercutir en un buen manejo de los residuos mediante el aprendizaje de los pequeños. Pero el cambio más importante que proponen los grupos es el de disminuir el consumo.